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11 de diciembre de 2011

Un camino en la vida que debo escoger!

Se marchó con la cabeza bien alta y los tacones en una mano. Con un vestido mal abrochado y un orgullo demasiado bien puesto, caminó por las calles de la ciudad. Con carteles que iluminaban su paseo y farolas que, rotas, lo único que hacían era adornar.
Dos, tres, cuatro copas de más. Sumergida en un sinfín de alcohol, que conseguía llevarla más allá. Y sonriente. Porque a ella nunca nadie le borró su sonrisa. Y no porque no pudieran, si no, simplemente, porque ella no quería.

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