Seguidores

4 de diciembre de 2011

Podemos llegar al cielo no nos cuesta nada.

La vida me vuelve a sonreír. El mundo está en sintonía conmigo. El ruido de la calle, los gritos de la gente y las desgracias de nuestro planeta no tienen efecto alguno en mi, porque soy feliz. Visto mi cara de sonrisas e ilusión. ¿Llorar? imposible, eso ya no va conmigo, o al menos no ahora. Quiero que el viento me golpee en la cara. Las olas del mar son mi refugio, con ellas no tengo miedo a nada. La lluvia me empapa y no me importa, solo me río alegre de mi misma. Sueño con ser inmortal y aún así no aburrirme de la vida. Me muevo ligera por la calle con un vestido que acaricia mi piel. Mis carcajadas se escuchan por toda la ciudad. Las nubes para mi no son grises sino rosas, y los días de sol son uno de los mejores motivos de felicidad. La música hace vibrar las ventanas de mi casa, y yo bailo sin control. Vivo sin que me importe el paso del tiempo. Pienso y actúo, pero jamás me arrepiento. Me gusta saltar en los charcos y mancharme de barro y agua de lluvia. Disfruto de mis amigas ahora que puedo. Tarareo canciones que aún no existen. Me imagino que puedo volar, que alcanzo a los pájaros y me convierto en uno de ellos. Me divierto sin más. No quiero preocupaciones, solo quiero ser feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario