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29 de noviembre de 2011

Por favor, ven aquí y cúrame

Yo no escogí enamorarme de ti, pero la primera vez que te besé, nuestros dientes se rozaron por una milésima de segundo y fue increíble. Y la hora exacta de ese beso eran las doce y diez y quité la pila del reloj para que se quedase la hora detenida para siempre, parada. El minuto exacto en el que me besaste, está metido en un reloj, para siempre y ya no sé que hora es, pero me da igual. Y desde entonces miro constantemente el reloj. ¿Sabes lo que me gustaría? Estar tumbada contigo, sobre la hierba, mirando la luna esa naranja que hay algunas noches de verano y que empezara a nevar, y sentir los copos en la cara y tu mano.

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